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marzo 2023
La banca ha formado ya a 70.000 de sus empleados, el 44% del total, para dar atención especializada a mayores
Fuente:bolsamania.com
La banca ya ha formado a 70.000 empleados, casi la mitad de la plantilla del sector, para atender de manera especializada y adaptada al colectivo de personas de mayor edad, según se desprende del informe anual de seguimiento de las medidas dirigidas a mejorar la atención personalizada de personas mayores o personas con discapacidad, elaborado por las patronales bancarias, y al que ha tenido acceso Europa Press.
La Asociación Española de Banca (AEB), la Confederación Española de Cajas de Ahorro (CECA) y la Unión Nacional de Cooperativas de Crédito (Unacc) han destacado que han ofrecido 466.000 horas de formación a su trabajadores. Esto supone que cada empleado ha recibido más de seis horas y media de formación para atender mejor a los mayores.
El documento también señala que en diciembre de 2022, el número de oficinas que operaban con horario de caja ampliado se había duplicado respecto a diciembre de 2021. En concreto, el 81% del total contaba con un horario más amplio que de 9.00 a 14.00 horas.
Las patronales también han indicado que se ha puesto el foco sobre el servicio de atención telefónica personalizada. Desde la implementación de las medidas, se ha atendido de manera telefónica a 2,4 millones de llamadas de clientes mayores de 65 años, lo que supone una media de 6.575 llamadas por día. Además, más del 90% de las oficinas ya cuentan con servicio de atención telefónica de 9.00 a 18.00 horas.
Respecto a la adaptación de cajeros, el 91% del total de la red de cajeros están adaptados a personas de avanzada edad y más del 80% de las entidades han adaptado sus canales digitales con lenguaje y elementos visuales simplificados, tanto en web como en móvil.
En el ámbito de la formación, más de 245.000 clientes de más de 65 años han recibido formación financiera, digital o dirigidas a prevenir el fraude. Además, los bancos han formado a 70.000 de sus empleados, el 44% del total, en formas de atención adaptada al colectivo de más edad.
Las patronales han destacado que el sector mantiene un "diálogo continuo" con el colectivo de personas mayores y con discapacidad, a través de diferentes encuentros y de la participación en distintos foros. Para responder de una manera rápida y adecuada a las necesidades de estos colectivos, como recoge otro de los compromisos de las entidades financieras que todo aquel cliente de más de 65 años que tenga una cartilla o libreta de ahorros, la pueda mantener a futuro.
Un estudio confirma daños en la retina de pacientes con Alzheimer
Fuente: 20minutos.es
El análisis de la retina es un paso importante hacia la comprensión de los complejos efectos de la enfermedad.
Investigadores del Cedars-Sinai Medical Center (Estados Unidos) han realizado el análisis más exhaustivo hasta la fecha de los cambios en la retina y de cómo esos cambios se corresponden con las alteraciones cerebrales y cognitivas en pacientes con enfermedad de Alzheimer.
Su análisis, publicado en la revista científica Acta Neuropathologica, es un paso importante hacia la comprensión de los complejos efectos de la enfermedad de Alzheimer en la retina, especialmente en las primeras fases del deterioro cognitivo.
El Alzheimer destruye progresivamente la memoria y la capacidad cognitiva. En la actualidad, no existe una prueba diagnóstica única que pueda diagnosticar definitivamente la enfermedad a un paciente, y los tratamientos más recientes sólo ralentizan, no detienen, la progresión.
"Nuestro estudio es el primero que proporciona un análisis en profundidad de los perfiles proteicos y los efectos moleculares, celulares y estructurales de la enfermedad de Alzheimer en la retina humana, y de cómo se corresponden con los cambios en el cerebro y la función cognitiva.
Estos hallazgos podrían conducir eventualmente al desarrollo de técnicas de imagen que nos permitan diagnosticar la enfermedad de Alzheimer de forma más temprana y precisa y monitorizar su progresión de forma no invasiva mirando a través del ojo", ha explicado Maya Koronyo-Hamaoui, autora principal del estudio.
Los investigadores analizaron muestras de tejido retiniano y cerebral recogidas a lo largo de 14 años de 86 donantes humanos, el mayor grupo de muestras de retina de pacientes humanos con enfermedad de Alzheimer y deterioro cognitivo leve estudiado hasta ahora.
Compararon muestras de donantes con función cognitiva normal con las de aquellos con deterioro cognitivo leve en las fases más tempranas de la enfermedad de Alzheimer, y con las de aquellos con demencia de Alzheimer en fases más avanzadas.
Los investigadores exploraron las características físicas de las retinas de estos pacientes, midiendo y cartografiando marcadores de inflamación y pérdida celular funcional, y analizaron las proteínas presentes en los tejidos retinianos y cerebrales.
En las retinas de pacientes con deterioro cognitivo leve y enfermedad de Alzheimer, los investigadores encontraron una sobreabundancia de una proteína llamada beta amiloide 42, que en el cerebro de los pacientes con Alzheimer se agrupa formando placas que alteran la función cerebral.
También comprobaron una acumulación de proteína beta amiloide en las células ganglionares, que son las que transmiten la información visual de la retina al nervio óptico.
Por otra parte, había un mayor número de astrocitos y células inmunitarias, denominadas microglía, que rodean estrechamente las placas de beta amiloide; hasta un 80 por ciento menos de células microgliales eliminan las proteínas beta amiloides de la retina y el cerebro; y detectaron la presencia de moléculas específicas y vías biológicas responsables de la inflamación y la muerte de células y tejidos.
"Estos cambios en la retina se correlacionaron con cambios en partes del cerebro denominadas corteza entorrinal y temporal, un centro neurálgico para la memoria, la navegación y la percepción del tiempo", ha detallado Koronyo-Hamaoui.
Los cambios retinianos también se correlacionaban con el estadio patológico del Alzheimer (llamado estadio de Braak) y el estado cognitivo de los pacientes. Y se detectaron incluso en pacientes que parecían cognitivamente normales o con un deterioro muy leve, lo que los convierte en un posible predictor precoz del deterioro cognitivo posterior.
El Hospital Gregorio Marañón pone en marcha en Madrid una escuela para familiares y cuidadores de personas con esclerosis múltiple
Fuente: larazon.es
Conocida como “la enfermedad de las mil caras” porque se manifiesta de muchas maneras y porque sus síntomas y evolución varían de una persona a otra, la esclerosis múltiple ocasiona diferentes síntomas en la esfera neurológica. Por este motivo, quienes conviven con ella necesitan, en ocasiones, ayuda y cuidados que son facilitados por familiares y cuidadores no profesionales, es decir, personas que se ocupan de la atención de un familiar o amigo de manera continuada y sin ser remunerados por ello.
La Escuela de Cuidadores y Familiares de Personas con Esclerosis Múltiple del Marañón, fruto de un convenio de colaboración con Merck, incluye talleres destinados a facilitar formación e información a los cuidadores no profesionales de personas recién diagnosticadas con esta enfermedad desde una perspectiva multidisciplinar. Una iniciativa que incorpora la experiencia de profesionales del Hospital Gregorio Marañón especialistas en Neurología, Farmacia Hospitalaria, Fisioterapia y Rehabilitación, Psicología, Enfermería y Atención Primaria. Esta visión multidisciplinar favorece que los cuidadores cuenten con herramientas que den respuesta a las necesidades reales de su día a día, consiguiendo así un papel activo en la gestión de la enfermedad de su familiar.
El 64% de las personas con EM considera que los familiares que se encargan de su cuidado están poco informados y entrenados. Y es que, en la evolución de la enfermedad, los cuidadores se pueden enfrentar a situaciones tan distintas como pérdida de agudeza visual, alteraciones del equilibrio y pérdida de fuerza y de sensibilidad, fatiga, temblor… Todo ello hace necesario que el cuidador del paciente con EM cuente con conocimientos que le permitan comprender mejor la patología y el modo en que la vive su familiar para ajustarse a las necesidades.
Gran acogida de la primera edición
La primera edición de la Escuela para Cuidadores y Familiares de Pacientes con Esclerosis Múltiple se ha desarrollado en el Hospital Gregorio Marañón, con la participación de familiares de pacientes con diagnóstico reciente de la enfermedad, con edades comprendidas entre los 20 y los 74 años y con diferente relación familiar, contando con parejas, padres, madres, hermanos e hijos.
Durante el próximo mes de marzo se celebrará la segunda edición y están programados más talleres a lo largo de 2023.
María Luisa Martínez Ginés, neuróloga responsable de la Unidad de Esclerosis Múltiple del Hospital Gregorio Marañón y coordinadora del proyecto, destaca que “lo que más ha gustado a los participantes ha sido la información recibida acerca de la enfermedad, ayudándoles a entenderla y facilitándoles herramientas para su afrontamiento. También, el conocer al equipo de profesionales que les acompaña en este camino y sentirse reconocidos por el papel fundamental que tienen como cuidadores”.
“Para nosotros, es fundamental que los participantes hayan visto satisfactoriamente cumplidos los objetivos de la Escuela, cuyo propósito es fomentar el conocimiento de esta enfermedad crónica y facilitar el acercamiento del equipo de profesionales a la figura del cuidador” manifiesta María Luisa Martín Barbero, farmacéutica especialista del hospital y que también coordina este proyecto.
La neumonía en los ancianos
Fuente: cuidum.com
¿Qué es la neumonía?
La neumonía es un tipo de infección respiratoria aguda que afecta a los pulmones y se caracteriza por la presencia de síntomas como fiebre, tos, escalofríos y expectoración. Aunque puede afectar a cualquier grupo de edad, la neumonía en ancianos es más común que en personas de mediana edad. El alcance de la enfermedad dependerá de la existencia de factores de riesgo y del diagnóstico temprano para la puesta en marcha del tratamiento adecuado.
Según el lugar en el que se produce la infección, la neumonía se puede clasificar en dos grupos:
- Neumonía adquirida en la comunidad: el contagio se ha producido fuera de un centro de salud u hospital. Diagnosticada en el momento oportuno y tratada con los fármacos adecuados, es una neumonía que presenta mayores facilidades de recuperación.
- Neumonía intrahospitalaria o nosocomial: es la neumonía que afecta a los pacientes que se encuentran hospitalizados por otras patologías, a los familiares que los visitan o a los trabajadores sanitarios. El principal problema de esta neumonía es que suele ser más resistente a los antibióticos y, en consecuencia, más difícil de tratar.
También se puede establecer una clasificación de la neumonía según la afectación pulmonar:
- Unilateral: afecta a un único pulmón.
- Bilateral: es más común en las infecciones virales y afecta a los dos pulmones.
- Bronconeumonía: es la más agresiva ya que, además de afectar a ambos pulmones, se extiende también hacia los bronquios.
Causas de la Neumonía
Pueden causarla varios microorganismos como lo son las bacterias, virus y hongos. La bacteria más frecuente es el Streptococcus pneumoniae o neumococo. Y en el caso de la neumonía atípica la bacteria más frecuente es el Mycoplasma pneumoniae.
El virus de la gripe también es muy frecuente como causa de neumonía. Y en cuanto a los hongos, el más habitual es el Pneumocystis jiroveci, que suele afectar a personas inmunodeprimidas.
Hay varias formas en que estos microorganismos pueden llegar a infectar los pulmones y al tratarse de una enfermedad infecto-contagiosa es muy importante tener en cuenta algunas pautas para evitar su transmisión.
Hay algunas enfermedades de base y otras circunstancias que pueden favorecer la aparición de una neumonía:
- Enfermedad pulmonar crónica
- Fumar
- Trastornos cerebrales
- Problemas del sistema inmunitario
- Cardiopatías
- Diabetes
- Cirugía reciente
- Traumatismo reciente
La neumonía es una de las complicaciones más frecuentes entre las personas mayores de 60 años que están hospitalizadas por otras enfermedades. El reposo prolongado en la cama tras una operación también puede favorecer la aparición de la neumonía. Ello se debe a que, al estar acostado, el paciente tiene mayor dificultad para respirar o toser, por lo que la zona del pulmón no está bien ventilada y la mucosidad se acumula en los bronquios.
Además, las bacterias se propagan rápidamente entre las personas que tienen el sistema inmunitario debilitado o sufren desnutrición. Las personas mayores, con dificultad para deglutir, pueden broncoaspirar alimentos que producen inflamación en los pulmones y acaban por desencadenar una neumonía.
Neumonía ¿Cuáles son sus síntomas?
Por la forma en cómo se manifiesta, la enfermedad en cuestión puede ser típica y atípica. A continuación, distinguimos las diferencias de los dos tipos de neumonía:
Neumonía atípica
Los síntomas son algo diferentes a los de la neumonía típica o común. Es una forma menos grave y sus síntomas suelen ser más leves.
En los ancianos, la neumonía puede presentar síntomas que no son de carácter respiratorio, por lo que puede que no se produzca fiebre, tos, esputo, tos seca ni tos crónica, sino alguno de estos otros síntomas:
- Debilidad
- Disnea
- Confusión, inquietud o apatía
- Falta de apetito
- Mareos
- Respiración acelerada
- Taquicardia
- Bajada de la presión arterial
- Fiebre alta (40 grados o más) o temperatura muy baja (35 grados o menos)
- Vómitos
- Diarreas
- Degradación de las funciones cognitivas o desorientación
Los ancianos con patologías previas, como EPOC, insuficiencia cardíaca, enfermedad coronaria, diabetes mellitus o enfermedad renal crónica deben acudir de inmediato al servicio de urgencias ante cualquier síntoma de neumonía.
En las personas mayores que sufren enfermedad de Alzheimer o demencia, los síntomas pueden ser aún más difíciles de distinguir, ya que la confusión puede ser un síntoma previo del paciente. En estos casos, cualquier molestia o cambio en el comportamiento del enfermo debe ser consultado con el médico de inmediato.
Neumonía típica o común
Por el contrario, este tipo de neumonía suele tener un comienzo súbito, produce fiebre superior a 38,5º C, se producen con frecuencia escalofríos, temblores, dolor en el pecho y se suele acompañar de tos seca, tos crónica, tos con sangre o mucosidad.
Puede aparecer también dificultad para respirar, inapetencia, fatiga, malestar general y en personas mayores suele ser bastante frecuente la aparición de episodios de confusión.
Sin embargo, en el caso de las personas mayores que sufren neumonía no siempre se presentan estos síntomas. La fiebre aguda, que es un síntoma típico, solo se manifiesta en el 50% de los casos entre los ancianos que padecen neumonía.
Un signo muy típico es el síndrome de la uña blanca o leuconiquia, que son unas manchas blancas que empiezan a aparecer en las uñas de manos o pies.
¿Es contagiosa la neumonía?
Por regla general, la neumonía no es contagiosa aunque, como cualquier enfermedad infecciosa, si se trata de una neumonía bacteriana o o viral sí puede contagiarse si se entra en contacto directo con los líquidos que el enfermo expulsa por la nariz o por la boca. No obstante, no es fácil contagiarse y la gran mayoría de la gente que trata a un enfermo de neumonía no se contagia.
Diagnóstico de la Neumonía
Como en todas las enfermedades, es fundamental realizar una buena exploración inicial por parte del médico junto con el historial clínico. En el caso de la neumonía es necesario la auscultación, que consiste en escuchar de manera directa o a través de un estetoscopio los sonidos pulmonares y del tórax. Si hay sospechas de la enfermedad lo primero que pautaría el médico es la realización de una radiografía simple de tórax.
En caso de dudas, patologías asociadas o por creerlo así conveniente el médico, se ordenarán otras pruebas como pueden ser:
- Gasometría arterial
- Hemocultivo
- Cultivo del esputo
- Hemograma
- TAC
- Broncoscopia
- Toracocentesis
Recuperación de la Neumonía
Dependiendo de la severidad de cada caso, el paciente puede requerir o no de ingreso hospitalario. Una de las primeras medidas es la administración de antibióticos si se comprueba que es una neumonía bacteriana y de antivirales si se trata de una neumonía vírica.
Se recomienda asociar al tratamiento antibacteriano medidas para favorecer la fluidificación del moco que se acumula en las vías respiratorias. Para ello es recomendable beber mucha agua, inhalar vapor, respirar hondo dos o tres veces cada hora y darse pequeños golpes en el pecho y espalda para despegar el moco de los alvéolos y favorecer así su eliminación.
En caso de ingreso hospitalario se administrará:
- Antibióticos por vía intravenosa
- Líquidos por vía intravenosa
- Oxigenoterapia
- Tratamientos respiratorios
¿Cómo prevenir la neumonía en ancianos?
La prevención es el mejor modo de evitar la neumonía en ancianos. Como principales consejos para prevenir la neumonía en el anciano se aconseja seguir las siguientes pautas:
Administración de vacunas
Es muy importante que las personas mayores de 65 años, o con factores de riesgo, se pongan la vacuna antineumocócica. Esta vacuna protege contra la neumonía. El paciente debe volver a vacunarse aproximadamente cada cinco años.
Además, también se aconseja a los ancianos que se pongan la vacuna contra la gripe. Esta vacuna se administra anualmente y es importante que se la pongan las personas mayores, dado que en muchas ocasiones la neumonía se produce por una complicación de la misma.
Mantener una buena higiene bucal
La higiene bucal y el cuidado de las piezas dentales es un factor esencial para evitar la neumonía en los ancianos. Cualquier infección que se produzca en la boca debilita el sistema inmunitario, con el riesgo de que la infección se extienda al tracto respiratorio superior, produciendo sinusitis o amigdalitis que, de extenderse al tracto respiratorio superior, puede provocar una neumonía. También es importante que el anciano coma siempre sentado, manteniendo la espalda recta, ya que de este modo se facilita la deglución y se pueda evitar una infección en los pulmones.
Tener una nutrición adecuada
Una buena nutrición es un factor clave en las personas mayores. Una persona mayor desnutrida tiene su sistema inmunitario debilitado y es más propenso a sufrir cualquier tipo de infección, incluida la neumonía. Por eso, es muy importante que el anciano no tenga ninguna carencia nutritiva. En caso de ser necesario, se debe consultar con el médico sobre la posibilidad de incluir suplementos nutricionales en la dieta del anciano para compensar posibles carencias.
Además de la nutrición adecuada, también es importante que el anciano tome suficiente cantidad de líquido. Los familiares y cuidadores deben prestar mucha atención para que las personas mayores tomen suficiente líquido (agua, infusiones, sopas), ya que en muchas ocasiones las personas mayores se olvidan de beber la cantidad necesaria para el organismo, y esto acaba por afectar negativamente a su estado de salud.
Mantener un estilo de vida saludable
Se requiere una prevención integral. Adoptar un estilo de vida saludable ayuda a mantener fuerte el sistema inmunitario, con lo que es más fácil combatir las enfermedades infecciosas. Para ello, se aconseja seguir una dieta equilibrada, en la que no falten nutrientes esenciales, realizar ejercicio moderado de forma habitual y evitar hábitos nocivos, como el tabaco y el alcohol. Un sistema inmunitario fuerte puede combatir los patógenos que provocan las infecciones en el organismo y evitar que el anciano sufra neumonía.
Insistir en la limpieza
La pandemia generada por el nuevo coronavirus ha normalizado muchas de las pautas de higiene que son fundamentales no solo para la prevención del COVID-19 sino de muchas otras enfermedades infecciosas. En el caso de la neumonía también resulta de gran ayuda la limpieza frecuente de las manos con agua y jabón o con geles hidroalcohólicos, así como la desinfección de aquellas superficies que están más sometidas al contacto. En el caso de los ancianos, estos objetos y superficies pueden ser desde el vaso de agua que dejan en la mesilla de noche hasta el bastón que emplean para sus desplazamientos o la mesa auxiliar en la que dejan el libro, las gafas o el mando de la televisión.
Evitar el contacto y protegerse
La prevención de la neumonía en personas mayores debe contemplarse desde una doble perspectiva: la de la persona contagiada y la de la persona que está en riesgo de contagio. En ambos casos, la mejor manera de evitar la propagación de la enfermedad es evitar el contacto y mantener al enfermo aislado del resto de la familia hasta su recuperación. En caso de que el contacto sea imprescindible, el afectado y la persona que lo asiste deberán emplear mascarilla que cubra nariz y boca. Asimismo, se deben evitar los pañuelos de tela y utilizar los desechables, toser o estornudar en la parte interior del codo y desinfectar las manos tras sonarse o antes de emplear cualquier objeto.
Llevar un control regular de otras patologías
Enfermedades comunes en las personas mayores como el asma, la diabetes o las afecciones cardíacas incrementan el riesgo de sufrir complicaciones durante un proceso de neumonía. Basta con destacar el riesgo de hospitalización por neumonía en personas diabéticas es hasta 39 veces superior al de una persona sana. También durante el período gripal se produce un aumento notable de las hospitalizaciones por neumonía con índices de letalidad más altos, lo que pone de manifiesto la importancia de la vacunación contra la gripe en personas mayores. La prevención de esta enfermedad de las vías respiratorias exige tener bajo control todo lo que suponga un factor de vulnerabilidad en el paciente.
¿Qué relación existe entre la neumonía y la COVID-19?
Ya desde antes de la pandemia la neumonía y las infecciones respiratorias del tracto inferior eran enfermedades que registraban un gran número de ingresos hospitalarios y de fallecimientos. Esta es una realidad se ha acentuado con la COVID-19.
Aunque la neumonía ni es una enfermedad nueva ni se produce siempre por coronavirus, existe una estrecha relación entre esta y la COVID-19. En el actual escenario sanitario resulta de vital importancia la prevención de una enfermedad cuyas características ya conocemos para evitar los riesgos de otra que, por el momento, sigue presentando numerosas dudas en la comunidad científica.
Lo que resulta evidente es que en pacientes con patologías respiratorias previas la COVID-19 se manifiesta con síntomas más acentuados. La combinación entre la infección bacteriana que origina la neumonía común y la infección vírica que está detrás del SARS-CoV-2 resulta un cóctel peligrosopara el sistema inmunitario. Esta combinación de factores ha aparecido en un 25% de los afectados por la COVID-19 y ha quedado constatado que en dichos casos la mortalidad ha sido más alta o las secuelas más notables.
Cuidado de personas mayores con neumonía
La neumonía en ancianos se ha convertido en un problema de salud pública, y su diagnóstico en un desafío para los médicos debido a los síntomas atípicos que, con frecuencia, presenta. El actual escenario de pandemia supone un nuevo reto en el abordaje de esta enfermedad y en el papel que desempeñan quienes cuidan de personas mayores en sus domicilios. A tenor de las características de ambas enfermedades, la COVID-19 y la neumonía, la asistencia domiciliaria se presenta como una de las opciones más interesantes y efectivas en el cuidado y la protección de los colectivos más vulnerables.
En este sentido, la prevención es primordial. Conviene recordar a familiares y cuidadores lo importante que es conocer la gravedad de esta enfermedad. Es responsabilidad de todos prestar atención a los síntomas de la neumonía, cuidar la alimentación e higiene de las personas mayores, motivarlas a realizar cualquier tipo de actividad física (moderada), asegurarnos de que nuestro mayores se pongan la vacuna antineumocócica y de la gripe y protegerlos de los rigores de los climas fríos.
Por qué los mayores con ansiedad no suelen recibir ayuda
Fuente: cnnespanol.cnn.com - USA
La ansiedad es el trastorno psicológico más común que afecta a los adultos.
En las personas mayores, se asocia a una angustia considerable, así como a problemas de salud, disminución de la calidad de vida y aumento de las tasas de discapacidad.
Sin embargo, cuando el Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de EE.UU-un influyente grupo de expertos independientes- sugirió el año pasado que los adultos se sometieran a pruebas de ansiedad, dejó fuera a un grupo: los mayores de 65 años.
La principal razón que citó el grupo de trabajo en el borrador de recomendaciones publicado en septiembre fue que "las pruebas actuales son insuficientes para evaluar el equilibrio entre los beneficios y los perjuicios del análisis de la ansiedad" en todos los adultos mayores. (Las recomendaciones definitivas se esperan para finales de este año).
El grupo de trabajo señaló que los cuestionarios utilizados para detectar la ansiedad pueden no ser fiables para los adultos mayores. El análisis consiste en evaluar a personas que no presentan síntomas evidentes de trastornos médicos o psicológicos preocupantes.
"Reconocemos que muchos ancianos sufren trastornos mentales como la ansiedad", y "pedimos urgentemente más investigación", dijo Lori Pbert, jefa asociada de la división de Medicina Preventiva y Conductual de la Facultad de Medicina Chan de la Universidad de Massachusetts y antiguo miembro del grupo de trabajo que colaboró en las recomendaciones sobre la ansiedad.
Esta postura de "aún no sabemos lo suficiente" no gusta a algunos expertos que estudian y tratan a personas mayores con ansiedad. La Dra. Carmen Andreescu, profesora asociada de Psiquiatría en la Universidad de Pittsburgh, calificó de desconcertante la postura del grupo de trabajo porque "está bien establecido que la ansiedad no es infrecuente en los adultos mayores y que existen tratamientos eficaces".
"No se me ocurre ningún peligro en identificar la ansiedad en los adultos mayores, sobre todo porque hacerlo no tiene ningún perjuicio y podemos hacer cosas para reducirla", dijo la Dra. Helen Lavretsky, profesora de Psicología en la UCLA.
Medicamentos ansiedad adultos mayores
Los médicos suelen recomendar medicamentos para aliviar la ansiedad cuando la atención de salud mental puede ser difícil de encontrar.
En un editorial reciente de la revista académica JAMA Psychiatry, Andreescu y Lavretsky señalaron que solo un tercio de los ancianos con trastorno de ansiedad generalizada (preocupación intensa y persistente por asuntos cotidianos) recibe tratamiento. Esto es preocupante, señalaron, si se tiene en cuenta la relación entre la ansiedad y los accidentes cerebrovasculares, la insuficiencia cardiaca, la enfermedad coronaria, las enfermedades autoinmunes y los trastornos neurodegenerativos, como la demencia.
Otras formas de ansiedad que no suelen detectarse ni tratarse en los adultos mayores son las fobias, el trastorno obsesivo-compulsivo, el trastorno de pánico, el trastorno de ansiedad social y el trastorno de estrés postraumático.
El latente desacuerdo sobre la valoración por ansiedad en adultos mayores llama la atención sobre la importancia de la ansiedad en la vejez, una preocupación que se acentuó durante la pandemia de covid-19, que magnificó el estrés y la preocupación entre las personas mayores. Esto es lo que debes saber.
¿Qué es la ansiedad, cuáles son los síntomas y cómo buscar ayuda?
La ansiedad es frecuente
Según un capítulo de un libro publicado en 2020, del que son autores Andreescu y un colega, hasta el 15% de las personas mayores de 65 años que viven fuera de residencias de ancianos u otros centros padecen un trastorno de ansiedad diagnosticable.
Hasta la mitad presenta síntomas de ansiedad como irritabilidad, preocupación, inquietud, disminución de la concentración, cambios en el sueño, fatiga, conductas de evitación, que pueden ser angustiosos pero no justifican un diagnóstico, señala el estudio.
La mayoría de los ancianos que padecen ansiedad han luchado contra este trastorno desde edades tempranas, pero la forma en que se manifiesta puede cambiar con el tiempo. En concreto, los adultos mayores tienden a mostrarse más ansiosos ante cuestiones como la enfermedad, la pérdida de familiares y amigos, la jubilación y el deterioro cognitivo, señalaron los expertos. Solo una pequeña parte desarrolla ansiedad después de cumplir los 65 años.
La ansiedad puede ser difícil de identificar en los adultos mayores
Los adultos mayores a menudo minimizan los síntomas de ansiedad, pensando "así es envejecer" en lugar de "éste es un problema sobre el que debería hacer algo", dijo Andreescu.
Además, son más propensos que los adultos jóvenes a manifestar quejas "somáticas", síntomas físicos como mareos, fatiga, dolores de cabeza, dolor torácico, falta de aire y problemas gastrointestinales, que pueden ser difíciles de distinguir de afecciones médicas subyacentes, según Gretchen Brenes, profesora de Gerontología y Medicina Geriátrica de la Facultad de Medicina de la Universidad Wake Forest.
Según el Dr. Jordan Karp, catedrático de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Arizona, en Tucson, algunos tipos de ansiedad o conductas ansiosas, en particular, el acaparamiento y el miedo a las caídas, son mucho más comunes en los adultos mayores, pero los cuestionarios destinados a identificar la ansiedad no suelen preguntar por estas cuestiones.
Cuando las personas mayores expresan sus preocupaciones, los profesionales médicos suelen descartarlas por considerarlas normales, dados los retos del envejecimiento, afirma el Dr. Eric Lenze, jefe de psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en Saint Louis y tercer autor del reciente editorial de JAMA Psychiatry.
Él y otros expertos sugirieron que unas sencillas preguntas pueden ayudar a determinar si un adulto mayor necesita ser evaluado por ansiedad: ¿tiene preocupaciones recurrentes difíciles de controlar? ¿Tiene problemas para dormir? ¿Se siente más irritable, estresado o nervioso? ¿Tiene problemas de concentración o de pensamiento? ¿Evita hacer cosas que normalmente le gusta hacer porque está sumido en sus preocupaciones?
Stephen Snyder, de 67 años, que vive en Zelienople, Pensilvania, y fue diagnosticado con trastorno de ansiedad generalizada en marzo de 2019, respondería "sí" a muchas de estas preguntas. "Tengo una personalidad tipo A y me preocupo mucho por muchas cosas: mi familia, mis finanzas, el futuro", me dijo. "Además, he tendido a darle vueltas a cosas que ocurrieron en el pasado y a agobiarme".
Los tratamientos son eficaces
La psicoterapia, en particular la terapia cognitivo-conductual, que ayuda a las personas a abordar los pensamientos negativos persistentes, suele considerarse la primera línea de tratamiento de la ansiedad en los adultos mayores. En una revisión de la evidencia para el grupo de trabajo, los investigadores señalaron que este tipo de terapia ayuda a reducir la ansiedad en las personas mayores que acuden a centros de atención primaria.
Lenze señaló que también se recomienda la terapia de relajación, que puede incluir ejercicios de respiración profunda, masajes o musicoterapia, yoga y relajación muscular progresiva.
Dado que los profesionales de la salud mental, en particular los especializados en salud mental geriátrica, son muy difíciles de encontrar, los médicos de atención primaria suelen recomendar medicamentos para aliviar la ansiedad.
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Se suelen recetar dos categorías de fármacos: los antidepresivos conocidos como ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina) e IRSN (inhibidores de la recaptación de serotonina-norepinefrina) y ambos parecen ayudar a los adultos mayores, según los expertos.
Las benzodiacepinas, una clase de medicamentos sedantes como Valium, Ativan, Xanax y Klonopin, se recetan con frecuencia a las personas mayores, pero deben evitarse. La Sociedad Estadounidense de Geriatría ha advertido a los proveedores de atención médica que no las utilicen en adultos mayores, excepto cuando hayan fracasado otras terapias, porque son adictivas y aumentan significativamente el riesgo de fracturas de cadera, caídas y otros accidentes, y trastornos cognitivos a corto plazo.
El papel del terapeuta ocupacional en el sistema asistencial
Fuente: micla.es
El servicio de TO en las residencias de mayores está dirigido a incrementar la calidad de vida de los residentes, mediante herramientas que mejoran su salud, colaborando con el resto del equipo multidisciplinar del centro. Ello se consigue favoreciendo experiencias de aprendizaje, estimulando esfuerzos para alcanzar objetivos y motivando la participación en actividades tendentes a demorar, en lo posible, los síntomas de la senectud.
En primer lugar, se realizará una valoración y evaluación global del residente a nivel físico, cognitivo y socio-relacional, así como el grado de independencia en las AVD (básicas e instrumentales) y las ayudas técnicas necesarias para el desempeño de las mismas.
Tras esta evaluación, se realiza una planificación del tratamiento en Terapia Ocupacional con objetivos individualizados para cada residente.
La intervención se centrará en:
- Habilitación/rehabilitación en las destrezas/habilidades sensoriomotoras, motoras, cognitivas y psicosociales.
- Entrenamiento en las AVD (básicas e instrumentales)
- Determinación, diseño, realización y adaptación de férulas, órtesis y ayudas técnicas.
- Entrenamiento de prótesis y ayudas técnicas
- Colaborar en la educación para el ocio constructivo.
- Colaborar en ampliar la formación del personal auxiliar en lo que se refiere a la realización de transferencias y AVD.
- Realizar un seguimiento y evaluación de la aplicación del tratamiento de Terapia Ocupacional.
- Elaborar cuantos informes sean oportunos, tanto para el propio residente como para la familia o para la comunicación interprofesional.
Una vez valorado nuestro residente nos marcamos una serie de objetivos a cumplir, como pueden ser:
- Conseguir un mayor grado de independencia e integración social en nuestro centro, que se traduce en un aumento de autoestima.
- Estimular y mantener las capacidades cognitivas que se vean afectadas por el proceso del envejecimiento como la memoria, atención, percepción, pensamiento lógico y abstracto, etc.
- Fomentar la participación de nuestros residentes en actividades de ocio y tiempo libre, llevadas a cabo en nuestro centro.
Además, elaboramos programas que incluyen talleres, los cuales desarrollan actividades de interés para cada uno de nuestros residentes, fomentando las relaciones interpersonales y que engloban los objetivos anteriormente mencionados. Podemos destacar algunos:
- Taller de estimulación cognitiva.
- Taller de habilidades motorasTaller de AVD (básicas e instrumentales) - Taller de orientación temporo-espacial
- Psicomotricidad.
- Sesiones individualizadas.Educación emocional.
La participación en este tipo de actividades está orientada a una mejora en la calidad de vida del usuario, como hemos mencionado con anterioridad, pero también es una forma de favorecer las relaciones interpersonales e intergeneracionales del grupo que conforma el centro en su amplitud.
Casi sin darnos cuenta, pasamos a formar parte de un círculo en el que podemos compartir y expresar emociones, sentimientos y experiencias que tienen un importante efecto sobre nuestra vida diaria.
El contacto, la cercanía, el afecto no sólo son actos bonitos, sino que además se convierte en una necesidad dentro del ámbito residencial. Somos los profesionales de este espacio, los que hacemos uso de ellos en nuestra labor diaria.
Las enfermedades relacionadas con la tercera edad que llevan asociadas una disminución de varias funciones cognitivas o físicas, son enfermedades que cambian la vida de quien las padece y de su entorno más cercano. Perdiendo su independencia y necesitando cuidados constantes.
La sonrisa es una de las últimas cosas que se pierden y si hay algo que no se pierde es la capacidad de reconocer el afecto y el cariño. Un beso, un gesto, un abrazo, una palabra... Es por ello que el afecto o cariño pasa a convertirse en un pilar básico y fundamental de nuestro trabajo alrededor del cual giran el resto de conocimientos y experiencias profesionales.
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