artículos de actualidad
febrero 2016
Los geriatras recuerdan que algunas enfermedades crónicas pueden agravar los catarros
fuente: lavanguardia.com
La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) recuerda que los catarros o resfriados representan una de las principales causas de consultas médicas y, aunque la mayoría son leves y se resuelven en un periodo corto de tiempo, algunos factores como algunas patologías crónicas pueden agravarlos.
"La mayoría de los adultos padecen dos o tres al año como media", según ha asegurado su presidente, José Antonio López Trigo, que admite que otros factores que pueden agravar estos trastornos son las inmunodeficiencias, la malnutrición o el tabaquismo.
Los síntomas más frecuentes del catarro son la congestión nasal, la rinorrea o excesiva producción y emisión de moco por la nariz y los estornudos, y también son habituales el dolor de garganta, la tos y el malestar general. En cambio, es rara la aparición de fiebre en los adultos.
"No existe un tratamiento específico para el catarro y los tratamientos disponibles van dirigidos sólo a aliviar los síntomas motivados por el cuadro vírico, pero no acortan su duración ni constituyen una cura efectiva para el mismo", ha precisado este experto.
Del mismo modo, el presidente de la SEGG insiste en que los antibióticos no son útiles en el tratamiento del catarro o resfriado común y "sólo deben ser utilizados en enfermedades causadas por bacterias", mientras que frente a los virus son totalmente ineficaces.
Por otro lado, este experto ha precisado que los climas fríos o la exposición a corrientes de aire frío no generan catarros, al contrario de la creencia habitual.
Los mecanismos de transmisión de un catarro son el contacto por las manos con una persona infectada o con una superficie previamente contaminada (pueden permanecer activos en la piel o superficies durante unas dos horas); pequeñas partículas al toser o al estornudar que permanecen en el aire, y partículas de mayor tamaño que requieren contacto muy cercano con la persona infectada.
Una semana, la duración estándar
En cuanto a la duración del cuadro catarral y de los síntomas, los geriatras informan de que suele ser de siete días, con algún síntoma persistente hasta dos semanas (en el 25% de los pacientes).
Sin embargo, existen una serie de síntomas cuya persistencia o no mejoría después de ese tiempo, debe constituir una señal de alarma ante una posible complicación del cuadro catarral (sinusitis, bronquitis o neumonía, agudización de cuadros asmáticos, otitis del oído medio).
Además, la SEGG también aconseja consultar con el médico en caso de rinorrea purulenta y congestión nasal, disminución o ausencia de olfato (anosmia), dolor dental, presión en el oído o sensación de ocupación, o tos persistente con expectoración mucopurulenta.
Una nueva herramienta mejora el diagnóstico del síndrome de fragilidad, que afecta a personas de edad avanzada
fuente:noticiasdelaciencia.com
La ingeniera de Telecomunicación Nora Millor Muruzábal (Pamplona, España, 1983) ha diseñado una nueva herramienta de medida que aporta datos objetivos y cuantificables para mejorar el diagnóstico del síndrome de fragilidad, un conjunto de síntomas que hacen más vulnerables a las personas de edad avanzada. Así lo recoge en su tesis doctoral, leída en la Universidad Pública de Navarra (UPNA), para la que se ha basado en una tecnología novedosa: los sensores inerciales, que ha utilizado en el análisis del movimiento de pacientes.
“Para medir el estado de salud de la población de edad avanzada, los expertos afirman que debe realizarse en términos de función y no de enfermedad. Así, es clave conocer la capacidad funcional previa al desarrollo de discapacidad o de dependencia para poder atenuar sus efectos”, señala Nora Millor, cuya tesis doctoral ha sido dirigida por Marisol Gómez Fernández, profesora del Departamento de Matemáticas, y Mikel Izquierdo Redín, catedrático del Departamento de Ciencias de la Salud.
Millor escogió para su trabajo el síndrome de fragilidad, puesto que “quienes lo padecen, especialmente aquellos de edad más avanzada, tienen un mayor riesgo de empeorar su salud y su estado funcional”. “Se define como síndrome por tratarse de un conjunto de síntomas, que, en este caso, hacen más vulnerable ante cualquier factor a la persona que los presenta—explica—. Hasta ahora, uno de los métodos más utilizados para su diagnóstico es el criterio de Fried, basado en la presencia de tres o más de algunos de estos componentes: lentitud en la marcha, debilidad, pérdida de peso, cansancio y baja actividad física. Así, los sujetos se clasifican como frágiles, si cumplen tres o más criterios; pre-frágiles, si cumplen uno o dos; y sanos, si no cumplen ninguno”.
Sin embargo, el problema de este tipo de valoraciones reside, a juicio de la nueva doctora, en que “no es fácil determinar estos componentes y, además, la experiencia de la persona que realiza el diagnóstico juega un papel importante, por lo que el resultado tiende a ser más cualitativo que cuantitativo”.
Con el objetivo de aportar unas medidas objetivas, Nora Millor ha estudiado el síndrome de fragilidad basándose en una de las pruebas utilizadas en geriatría para medir el estado de los pacientes: el test de 30 segundos de la silla. “Levantarse de una silla es una de las actividades de la vida diaria que presenta un mayor nivel de exigencia mecánica y muscular. Parte de la población de edad más avanzada experimenta serias dificultades para poder realizarlo, por lo que permanecen más tiempo sentados y reducen su capacidad de vivir de manera independiente”, afirma. El citado test se basa en el número de veces que una persona es capaz de levantarse de una silla y sentarse en ella durante los treinta segundos que dura.
Nora Millor ha utilizado los sensores inerciales, capaces de proporcionar información sobre cómo se ha realizado un determinado movimiento de manera “no invasiva, portátil y económica”: en concreto, aportan datos sobre la aceleración (la velocidad a la que varía el movimento) y la velocidad angular (lo rápido que se realiza un giro). “No sólo se obtienen datos sobre la cantidad de movimiento, sino también sobre cómo se ha realizado”, apunta Nora Millor, que ha obtenido la calificación de sobresaliente “cum laude”.
Del análisis de las señales proporcionadas por los sensores inerciales, Nora Millor ha definido nuevos parámetros, con los que el personal clínico dispondrá de “una serie de medidas objetivas y cuantificables para realizar sus diagnósticos”. “En un futuro, los resultados podrían introducirse en una herramienta amigable, como una aplicación móvil”, augura Millor.
De hecho, el conocimiento adquirido en esta tesis, así como el de otras investigaciones realizadas por dos grupos de investigación de la UPNA (Biomecánica y fisiología del movimiento-BIOFIM, que dirige el ya citado Mikel Izquierdo, y Álgebra y aplicaciones, a cuyo frente está Luis Miguel Ezquerro Marín, catedrático del Departamento de Matemáticas) ha hecho posible crear la empresa de base tecnológica Movalsys, cuyo objetivo es traducir los movimientos de un paciente en datos objetivos de ayuda al diagnóstico médico.
Nora Millor Muruzábal colabora actualmente en un proyecto de investigación en la Universidad Pública de Navarra, donde cursó Ingeniería de Telecomunicación y el Máster en Comunicaciones. Además, ha realizado varias estancias de investigación en el extranjero: en dos entidades de la ciudad gala de Grenoble (la empresa STMicroelectronics y el laboratorio TIMC-IMAG, una unidad mixta de investigación del CNRS o Centro Nacional para la Investigación Científica, por sus siglas en francés, y la Universidad Joseph Fourier) y en la Escuela Politécnica Federal de Lausana, en Suiza. Es coautora también de una docena de artículos de investigación publicados en revistas científicas. (Fuente: UPNA)
Perder peso en una edad avanzada aumentaría el riesgo de demencia
fuente: noticias.lainformacion.com
autor/a: B.Calvo
- Según informa The Times, un nuevo estudio afirma que aquellas personas que pierden peso en una edad más avanzada son más propensos a desarrollar demencia.
- Los investigadores han encontrado en estos nuevos datos una manera de identificar a las personas que tienen riesgo de desarrollar esta enfermedad.
- La OMS alerta de que en 2050 podrían casi triplicarse los casos de demencia en el mundo.
Perder peso a partir de una edad avanzada podría no ser tan saludable como pensábamos. Según informa The Times, un equipo de investigadores británicos habrían realizado un estudio que demuestra que perder peso a partir de una determinada edad podría aumentar los riesgos de padecer demencia.
Los investigadores encontraron que las personas que desarrollaron deterioro cognitivo leve, una señal temprana de la demencia, tuvieron una pérdida de peso promedio mayor por década entre mediados y finales de la vida que los que no lo hicieron. Los hallazgos podrían ser utilizados para identificar las personas en riesgo de desarrollar la condición.
Un nuevo estudio revela lo que podrían ser las causas de la demencia
Una nueva investigación revela cómo cambios asociados a la enfermedad en dos redes interconectadas dentro del cerebro pueden jugar un papel clave en el desarrollo de los síntomas de demencia. La Escuela de Medicina de la Universidad de Exeter, en Reino Unido, dirigió dos estudios financiados por 'Alzheimer Research UK' y que se publican en 'Journal of Neuroscience', que llevan un paso más cerca a entender la aparición de la demencia y potencialmente a allanar el camino para futuras terapias.
El doctor Jon Brown, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Exeter, que lideró los estudios, detalla: "Éste es un descubrimiento emocionante porque es la primera vez que la actividad de las células de la cuadrícula se ha relacionado con la aparición de enfermedades, por lo que ahora necesitamos más investigación para establecer mejor cómo estos resultados se traducen en la demencia en los seres humanos".
"La demencia es uno de los mayores retos de salud de nuestro tiempo y todavía tenemos mucho que aprender acerca de sus causas, así como sobre el funcionamiento de nuestro cerebro. Esta investigación progresa en ambas áreas y es otro pequeño paso en el camino de diagnósticos más tempranos y la búsqueda de nuevos tratamientos y terapias", afirma Brown.
El profesor Andrew Randall, quien cosupervisó gran parte del trabajo, agrega: "Este ha sido un viaje fascinante experimental para nuestros equipos de investigación, y gran parte del trabajo fundamental fue realizado por estudiantes de doctorado talentosos. Esperamos poder producir mucho más trabajo de esta naturaleza como miembros de la creciente comunidad de investigación de la demencia de Exeter".
Bajón de salud en la vejez después de dejar de conducir
Fuente: noticiasdelaciencia.com
Muchos ya lo intuían, y ahora una nueva investigación lo confirma: las personas mayores duplican el riesgo de experimentar síntomas de depresión, junto con reducciones en las funciones cognitivas y físicas, justo después de perder la capacidad legal de estar al volante de un automóvil.
No se trata meramente de que la pérdida de facultades que les impide conducir les cause otros problemas de salud, sino que el hecho de perder la libertad y la autonomía de las que disfrutaban conduciendo su propio vehículo, y no tener ya que esforzarse en mantener ágil su mente para afrontar los peligros que pueden presentarse en la carretera, les provoca un bajón adicional de salud.
El equipo del Dr. Guohua Li, de la Escuela Mailman de Salud Pública de la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, examinó la salud y el bienestar de ancianos después de que dejaran de conducir y encontró que dicha salud empeoró en varios aspectos. En particular, el cese de la conducción casi dobló el riesgo de sufrir síntomas de depresión, y contribuyó asimismo a una merma en capacidades cognitivas y físicas.
El Dr. Li y sus colaboradores revisaron y analizaron datos de salud de conductores con más de 55 años.
El análisis de la información mostró que los ancianos experimentaron declives más rápidos en la función cognitiva y la salud física después de dejar de conducir. El cese en la conducción estuvo también asociado con un 51 por ciento de reducción en el tamaño de las redes sociales integradas por amigos y parientes, algo que, tal como señalan los investigadores, puede limitar las vidas sociales de los ancianos y su capacidad de relacionarse con otros. El declive en la salud social después de dejar de conducir parece ser mayor en mujeres que en hombres.
A medida que los exconductores más viejos empiezan a sustituir las actividades en exteriores por otras en interiores o muy cerca del hogar, el cambio de unas por otras probablemente hace que pasen a estar menos en forma físicamente, tal como razona Thelma Mielenz, coautora del estudio, aunque ello también dependerá de si optan por caminar mucho. “Cuando llega el momento de dejar de conducir, es importante trazar planes personalizados para mantener la movilidad y las funciones sociales”, aconseja Mielenz.
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